jueves, 6 de octubre de 2016

Khari Khari, el matador
Carlos Mamani Condori


Un personaje en hábito de monje recorre los Andes aterrorizando a su población. Con señas harto conocidas deambula sin cansancio ni pausa, sin embargo hasta el momento nadie pudo encararlo, menos llevarlo ante las autoridades para acusarlo de sus crímenes. Khari Khari es el nombre genérico que le ha dado la población, no se trata de un solo individuo sino de una legión esparcida por todo lo ancho y largo de la región. El habitante andino nace y muere temiendo sus poderes, temiendo perder la vida, temiendo por su familia y por su comunidad.
Khari Khari, cuya traducción literal es “el que corta”, dicen sus víctimas y sabedores que deambula generalmente por las noches en parajes, caminos y calles solitarias. Durante el mes de agosto sus salidas son menos disimuladas, armado de campanilla y rosario atrae a personas desprevenidas, las duerme y opera a través de técnicas y magia la extracción del unto, una grasa especial; luego sobreviene súbita la muerte. No hay duda que es un sacerdote, el mismo cura del pueblo o del barrio, pero también las sospechas recaen en sus auxiliares indios como son los sacristanes, que por tanto servir al cura aprenden sus artes. El unto es un producto muy escaso, sostienen, que por ello es altamente requerido en Europa y los Estados Unidos para la medicina[1]. Por ese motivo los extraños, los “gringos”, son sospechosos de tal actividad, mas cuando sin motivo alguno transitan por comunidades, pueblos y barrios. Por la misma razón los médicos entran a la categoría de sospechosos, porque ellos, que saben operar el cuerpo humano, tienen información acerca del valor comercial del unto.
Khari khari, sin embargo de su apariencia humana e incluso piadosa, por sacerdote cristiano, no es de naturaleza humana. Tampoco pertenece a la tradición oral, no existen fábulas que contar como sí lo tienen Pedro Urtimala, Atuq Antonio y tantos otros sobre sus andanzas. Es tan real que cotidianamente circulan noticias sobre personas que fallecen con un claro diagnóstico que lo señalan como autor. A través de cortes en el costado derecho del cuerpo extrae la grasa, cuando una persona muestra los síntomas, familia y comunidad se movilizan y se esfuerzan por encontrar, el antídoto,  una bebida que es preparada por especialistas en pueblos del Altiplano como Huarina, Achacachi y comunidades de aquella. Los sobrevivientes que viven para contar sus experiencias, identifican al momento de haber quedado dormido en algún paraje, generalmente un lugar ligado a la religión católica, como la causa de su repentino y mortal malestar.
De dónde salió el personaje? siendo un conocido de los indios y por el nombre que lleva en aymara y quechua, será que tenga origen nativo, acaso pre hispánico? Por su apariencia inconfundiblemente europea, la pregunta también podría ser: cuándo llegó? Por la ambigüedad con la que se presenta en los estudios antropológicos es complejo definir su origen. Pese a tantos estudios que reportan sus andanzas no hay certeza en los hallazgos de posibles respuestas. Sin embargo podemos asegurar que su presencia es muy antigua; desde los abuelos, y los abuelos de éstos, rigen los cuidados para no caer en sus manos. Un código de conducta que los pobladores andinos están obligados a mantener frente a Khari Khari:
-          No andar con extraños
-          No andar y menos intimar con curas, monjas y otros afines (pastores protestantes)
-          No andar por lugares cercanos a templos y capillas, mucho menos en las horas extremas
-          No confiar en los médicos y tener el mismo cuidado del hospital cual si fuera una iglesia católica
-          Tener mucho cuidado durante el mes de agosto que es cuando Khari Khari anda más suelto
-          Estar prevenido contra los rezos y el sonar de campanillas
Una educación preventiva que por sus claras y estrictas reglas preserva la vida de las personas y de la comunidad.
Khari Khari es un viejo conocido de la antropología, desde los primeros hallazgos realizados por estudioso de las costumbres y el folklor regional han corrido ríos de tinta describiendo al personaje como producto de la imaginación nativa, una muestra de folklore y supervivencia de sus mitos y tradiciones[2].
El personaje que asemeja al mítico vampiro de las películas[3], en los primeros años de la imposición del dominio europeo dejó huellas, fueron los mismos españoles de ése tiempo que reportaron de sus actividades. Las pistas y versiones son escasas, pero suficientes como para  identificarlo en el matador español tan bien retratado por Bartolomé de las Casas en su Brevísima Relación. La secuela de crímenes, el reguero de sangre que fue dejando desde sus primeros años en las islas del Caribe, lo llevan a través de sus propios cronistas a México, donde se lo ve de cuerpo entero actuando. Luego desde Panamá bajó hacia el sur, como que Pedro de Alvarado fue por oro hasta el Perú y fueron sus compañeros, que habiendo engrosado el grupo de Diego de Almagro, impusieron el arte de ranchear.




[1]Los animales también tienen unto.  La grasa de camélidos, llama, muy requerida para el pago, la preparación de mesas de ofrendas a la Pachamama y demás santuarios existentes.
[2] Arguedas, José Maria. “Folklores del Valle de Mantaro. Provincias de Jauja y Concepción”. En: Folklore Americano pp 101-239, Lima, 1953; Zalles, Jaime “Complementación de las dos medicinas en el campo”. En: Gerardo Fernandez Juares, Médicos y yatiris. Salud e Interculturalidad en el altiplano aymara. Pp229-241. Ministerio de Salud y Previsión Social/OMS/OPS/ESA/CIPCA,  La Paz, 1999.
[3] Gerardo Fernandez Juarez en su estudio Kharisiris en acción. Cuerpo, persona y modelos médicos en el Altiplano de Bolivia, dedica el primer capítulo al Sacamentacas español, sus andanzas en las diversas regiones de la península, que según la definción del diccionario de español de la Real Academía en lenguaje coloquial es el “Criminal que abre el cuerpo de sus víctimas para sacarles las vísceras. Ser imaginario con que se asuta a los niños” (Fernandez Juarez 2008:18).
David E. Jones incluyó en su libro Evil in our midst una versión recreada de kharisiri que cual vampiro bebe la grasa humana, de un gringo y habiendo saciado duerme tres dás (pp 66-69). 

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