Khari Khari, el matador
Carlos Mamani Condori
Un personaje en
hábito de monje recorre los Andes aterrorizando a su población. Con señas harto
conocidas deambula sin cansancio ni pausa, sin embargo hasta el momento nadie pudo
encararlo, menos llevarlo ante las autoridades para acusarlo de sus crímenes.
Khari Khari es el nombre genérico que le ha dado la población, no se trata de
un solo individuo sino de una legión esparcida por todo lo ancho y largo de la
región. El habitante andino nace y muere temiendo sus poderes, temiendo perder
la vida, temiendo por su familia y por su comunidad.
Khari Khari, cuya
traducción literal es “el que corta”, dicen sus víctimas y sabedores que deambula
generalmente por las noches en parajes, caminos y calles solitarias. Durante el
mes de agosto sus salidas son menos disimuladas, armado de campanilla y rosario
atrae a personas desprevenidas, las duerme y opera a través de técnicas y magia
la extracción del unto, una grasa especial; luego sobreviene súbita la muerte.
No hay duda que es un sacerdote, el mismo cura del pueblo o del barrio, pero
también las sospechas recaen en sus auxiliares indios como son los sacristanes,
que por tanto servir al cura aprenden sus artes. El unto es un producto muy
escaso, sostienen, que por ello es altamente requerido en Europa y los Estados
Unidos para la medicina[1].
Por ese motivo los extraños, los “gringos”, son sospechosos de tal actividad, mas
cuando sin motivo alguno transitan por comunidades, pueblos y barrios. Por la
misma razón los médicos entran a la categoría de sospechosos, porque ellos, que
saben operar el cuerpo humano, tienen información acerca del valor comercial del
unto.
Khari khari, sin
embargo de su apariencia humana e incluso piadosa, por sacerdote cristiano, no
es de naturaleza humana. Tampoco pertenece a la tradición oral, no existen
fábulas que contar como sí lo tienen Pedro Urtimala, Atuq Antonio y tantos
otros sobre sus andanzas. Es tan real que cotidianamente circulan noticias sobre
personas que fallecen con un claro diagnóstico que lo señalan como autor. A
través de cortes en el costado derecho del cuerpo extrae la grasa, cuando una
persona muestra los síntomas, familia y comunidad se movilizan y se esfuerzan
por encontrar, el antídoto, una bebida
que es preparada por especialistas en pueblos del Altiplano como Huarina, Achacachi
y comunidades de aquella. Los sobrevivientes que viven para contar sus
experiencias, identifican al momento de haber quedado dormido en algún paraje, generalmente
un lugar ligado a la religión católica, como la causa de su repentino y mortal malestar.
De dónde salió el
personaje? siendo un conocido de los indios y por el nombre que lleva en aymara
y quechua, será que tenga origen nativo, acaso pre hispánico? Por su apariencia
inconfundiblemente europea, la pregunta también podría ser: cuándo llegó? Por
la ambigüedad con la que se presenta en los estudios antropológicos es complejo
definir su origen. Pese a tantos estudios que reportan sus andanzas no hay
certeza en los hallazgos de posibles respuestas. Sin embargo podemos asegurar
que su presencia es muy antigua; desde los abuelos, y los abuelos de éstos,
rigen los cuidados para no caer en sus manos. Un código de conducta que los
pobladores andinos están obligados a mantener frente a Khari Khari:
-
No andar con extraños
-
No andar y menos intimar con
curas, monjas y otros afines (pastores protestantes)
-
No andar por lugares cercanos a
templos y capillas, mucho menos en las horas extremas
-
No confiar en los médicos y tener
el mismo cuidado del hospital cual si fuera una iglesia católica
-
Tener mucho cuidado durante el mes
de agosto que es cuando Khari Khari anda más suelto
-
Estar prevenido contra los rezos y
el sonar de campanillas
Una educación
preventiva que por sus claras y estrictas reglas preserva la vida de las
personas y de la comunidad.
Khari Khari es un viejo conocido de la
antropología, desde los primeros hallazgos realizados por estudioso de las
costumbres y el folklor regional han corrido ríos de tinta describiendo al
personaje como producto de la imaginación nativa, una muestra de folklore y
supervivencia de sus mitos y tradiciones[2].
El personaje que
asemeja al mítico vampiro de las películas[3],
en los primeros años de la imposición del dominio europeo dejó huellas, fueron
los mismos españoles de ése tiempo que reportaron de sus actividades. Las
pistas y versiones son escasas, pero suficientes como para identificarlo en el matador español tan bien
retratado por Bartolomé de las Casas en su Brevísima
Relación. La secuela de crímenes, el reguero de sangre que fue dejando
desde sus primeros años en las islas del Caribe, lo llevan a través de sus
propios cronistas a México, donde se lo ve de cuerpo entero actuando. Luego
desde Panamá bajó hacia el sur, como que Pedro de Alvarado fue por oro hasta el
Perú y fueron sus compañeros, que habiendo engrosado el grupo de Diego de
Almagro, impusieron el arte de ranchear.
[1]Los animales también tienen unto.
La grasa de camélidos, llama, muy requerida para el pago, la preparación
de mesas de ofrendas a la Pachamama y demás santuarios existentes.
[2] Arguedas, José Maria. “Folklores del Valle de Mantaro. Provincias de
Jauja y Concepción”. En: Folklore Americano pp 101-239, Lima, 1953; Zalles,
Jaime “Complementación de las dos medicinas en el campo”. En: Gerardo Fernandez
Juares, Médicos y yatiris. Salud e Interculturalidad en el altiplano aymara.
Pp229-241. Ministerio de Salud y Previsión Social/OMS/OPS/ESA/CIPCA, La Paz, 1999.
[3] Gerardo Fernandez Juarez en su estudio Kharisiris en acción. Cuerpo, persona y modelos médicos en el Altiplano
de Bolivia, dedica el primer capítulo al Sacamentacas español, sus andanzas
en las diversas regiones de la península, que según la definción del
diccionario de español de la Real Academía en lenguaje coloquial es el
“Criminal que abre el cuerpo de sus víctimas para sacarles las vísceras. Ser
imaginario con que se asuta a los niños” (Fernandez Juarez 2008:18).
David E.
Jones incluyó en su libro Evil in our
midst una versión recreada de kharisiri que cual vampiro bebe la grasa
humana, de un gringo y habiendo saciado duerme tres dás (pp 66-69).
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