viernes, 4 de marzo de 2011

altiplano central

Anata


Qullasuyu está de fiesta, ya en vísperas de anata comenzaron los festejos a la Pachamama, es el tiempo del juego, la poesía, música y danza. Es la fiesta a la vida, Pachamama Madre Tierra Fecunda y Fructífera florece, los frutos en abundancia son causa de alegría sin límites.
Jisk'a Antal, lunes, el conjunto de los qullas irán a visitar a los difuntos, hay que festejar la vida con los muertos. Cada tumba recibirá flores, wiphalas flamearan... del encuentro con los difuntos comienza la música, la qhachwa.
Jach'a Anata la familia, el ayllu comienza con las fiestas de agradecimiento más importantes del Qullasuyu. El homenaje a la Pachamama, la Awicha, se realizará en cada una de las casas, en cada uno de los ayllus y en las ciudades en cada uno de los barrios, en cada gremio.
Wipha, Whipha!
Jawilla, Jawilla!
Qullasuyu


martes, 1 de marzo de 2011

Una brillante victoria de Inka Manku Yupanki

Carlos Mamani Condori

En el actual lenguaje de los llamados movimientos sociales mucho se habla de la rebeldía popular expresada en contra de las clases dominantes, el poder, el Estado, etc. Rebelión en la tradición hispana criolla es un concepto asociado a “pueblo”, pero más específicamente a los indios, así incluso suelen decir que la rebeldía comenzó el mismo día del “encuentro” entre Atawallpa y Francisco Pizarro. En las narraciones españolas del siglo XVI, la defensa de la patria es catalogada como alzamientos (alzados) y sus incursiones y correrías reciben el apelativo de pacificación. Sin embargo el concepto rebeldía como acción es una falacia. Por qué debemos obligarnos a pensar desde la cabeza de Pizarro y creer que era él, el gobernador? Lo cierto es que en el Tawantinsuyu había un estado de derecho y la autoridad encargada de mantenerla era el Inka. Entonces a raíz de semejante equívoco, desde la versión hispano colonial, por arte de la falsificación, la mentira adquiere carácter de verdad, el pillo, el salteador se convierte en autoridad y la autoridad legítima se convierte, sino es también en pillo, en un rebelde con problemas con la “autoridad”. Así se ha transmitido la historia desde la versión del invasor extranjero, y ha servido para eternizar una relación de dominación.

El año de 1536 al haberse visto obligado a abandonar la capital Cuzco, Manku Inka Yupanqui, desde la espesura de la selva, en Vitcos, comenzó a controlar el territorio, teniendo especial cuidado con los traficantes españoles que, desde la recientemente fundada, Lima se ocupaban de monetizar y mercantilizar el esquilmo y los robos que sus paisanos estaban cometiendo en el interior del país. Aquí es de notar, cual será luego el posterior desarrollo de Lima, que junto a la jauría de encomenderos que acompañaban a Francisco Pizarro en su nueva ciudad, también comenzaron a asentarse comerciantes cuyo principal producto de tráfico no eran otro que los metales preciosos que las bandas de asaltantes regadas por todo el país se ocupaban en despojar a los nativos. En el punto donde se había ubicado el Inka, no habiéndose aún fundado la ciudad de Huamanga, era cuestión de estado cortar dicha vía, tanto para aislar la capital Cuzco en poder de Hernando Pizarro como para aminorar el esquilmo, llevado por los invasores con un terrible costo de sufrimientos y vidas por parte de los nativos. Para ilustrar la naturaleza de la confrontación, así como para desmitificar la narrativa colonial, teniendo como fuente a Pedro Cieza de León ofrecemos un cuadro positivo, una brillante victoria del ejército inka sobre una fracción de la pandilla de salteadores que perseguía capturar nada menos que a Inka Manku Yupanki.

Una brillante victoria

Concluido el asunto Almagro (muerto ya), Francisco Pizarro para salvar su contingente de los estragos que causaba el ejército Inka sobre las vías de comunicación entre Lima y Cuzco, organizó de entre sus partidarios una tropa al mando del factor Yllán Suárez de Carvajal, que fue nombrado Capitán. Saliendo del Cuzco fue a Villcas (Bilcas), de allí a Guamanga donde junto al pueblo de Uripa, que distaba cuatro leguas del pueblo de Casabamba, asentó su cuartel. La razón fue porque había víveres en dicho pueblo(bastimentos).

Manco Inka que realizaba sus cabalgatas por la zona se enteró que los españoles andaban cerca por lo que quiso retirarse. El factor Suárez, también se enteró de la cercanía del inca por la información de la gente del lugar, por lo que decidió enviar un grupo de 30 españoles al mando de un hidalgo de nombre Villadiego, para que pudieran sorprenderlo, secuestrarlo y desbaratar su ejército. Informados que el Inka estaba a solo tres leguas Villadiego fue con los 30 que eran rodeleros, ballesteros y arcabuceros.

Entonces Villadiego “se partió a la segunda de la noche”, caminó hasta un puente que pasaba por sobre un caudaloso río, no habiendo andado mucho todavía se informaron por unos nativos que el Inka estaba cerca, en un alto de la montaña. Los nativos les informaron que Manco Inka contaba con nomás de 80 hombres, al grueso del ejército había mandado adelantarse, pues luego de cerciorarse de la presencia de los españoles, les daría alcance.

Enterado el dicho pelafustán de Villadiego se alegró mucho, en la creencia de que le sería fácil capturar o matar al gobernante y a cambio obtendría mucho provecho y honor. Con dichos pensamientos “locamente, sin mirar la sierra quán dificultoso hera andar por ella, por ser áspera, que tanvien fuera necesario llevar cavallos con qué ganar lo alto, para que si muchos yndios contra él viniesen tener en ellos fortaleza para se anparar” (Cieza 1991: 375). No tenía caballos por tanto Villadiego no podía representar a cabalidad el papel de Santiago mataindios.

Antes de que partiese la orden de Suárez fue que si estaba en descuido el inka lo capturasen, pero si supiese que “estava en alguna parte fuerte” y los 30 españoles de a píe podrían sufrir daño, entonces debían retirarse para dar aviso al cuartel en el pueblo de Uripa, para que entre todos españoles optasen lo más conveniente.

Pero, Villadiego, para consuelo del cronista y los lectores españoles, era un recién venido sin experiencia en la guerra con los indios... con evidente calentura dijo a sus compinches “Por ventura, toda la gloria se an de llevar los de a cavallo, e los de pié no tienen sus personas en nada?” (Cieza 1991: 376). Aquí queda evidenciada nuevamente la importancia del caballo en lo mortífero que podían ser los españoles. Villadiego y sus compinches no llevaban un solo caballo. Sabiendo que el Inka estaba cerca, se apresuraron en ir a su encuentro, no sea que se retirase y perdiesen la oportunidad de fama, honores y el rico despojo, sabido que el inka llevaba consigo su tesoro. Cieza señala que no por desbaratar con 30 hombres a 80 indios Villadiego se haría famoso pues “comundmente adonde se hallan juntos cincuenta españoles tienen ánimo para acometer a mil e a dos mil yndios”, entonces aquí se trataba de números, siendo menos de 50 lo aconsejable habría sido para Villadiego resignar sus ansias. Con la cabeza afiebrada, que fue en aumento con el fuerte sol que causó un fuerte calor, los 30 de Villadiego reptaron hacia la cima donde se encontraba el inka. Los españoles estaban compuestos por 5 arcabuceros, 7 ballesteros y el resto rodeleros, sudaban y tenían sed, que luego algunos se desmayaban en la subida. Pobrecitos de los pillos, cuando el extranjero tienen el monopolio de la palabra escrita, puede incluso asegurar la conmiseración del lector!

Por su parte “Mango Ynga, teniendo aviso de la venida de los treynta cristianos y del cansancio e fatiga tan grande que trayan, e como venían syn caballos” se aprestó a darles batalla “cavalgando en uno de quatro que allí tenía”. En esta batalla, en los preparativos Manku está montando un caballo y armado de una lanza “gineta” dijo a sus soldados que “que se animasen y aderezasen para yr contra los treynta cristianos que venían”. Cieza recalca una y otra vez el cansancio, calor y muertos de sed que estaban los españoles.

El combate es mostrado como una de soldados españoles, sin contar con una de sus mortales armas el caballo y al mando de un capitán bisoño, que contagió su calentura a sus demás camaradas y el Inka, por su lado, es mostrado, sí como un rey, pero al mando de bárbaros “dixo a los bárabaro que con él estavan” (Cieza 1991: 377).

El inka estaba acompañado en ese momento por otros importantes miembros de su corte (linaje dice Cieza), a tres de ellos que montaban los otros tres caballos restantes ordenó se aprestasen para dar encuentro a los españoles. Los de Villadiego por su parte por el cansancio, pararon cerca de la cima, enviando adelante a cinco o seis jóvenes para ver lo que había. Mientras tanto Villadiego y compinches se aprestaban a tomar descanso bajo la sombra de unas mantas que armaron con cañas. Los 5 o 6 mancebos no bien caminaron un trecho escucharon el ruido del galope de los caballos y los soldados de Manku. Sin ser vistos volvieron a donde sus compinches para dar aviso de la venida el Inka.

Sabido Villadiego, seguimos la narración de Cieza, prontamente con el pedernal incendió mechas para el uso de los arcabuces y cargó el arcabuz con que estaba armado para disparar en cuanto apareciesen los soldados del inka, como estaban acostumbrados dijo a su gente “que no temiesen a los yndios ni desmayasaen en verse sin caballos, que Dios nuestro señor sería con ellos y en su ayuda”, pero ya los españoles mormuraban sus desgracias mucho más cuando Villadiego carecía de experiencia.

El Inka que ya los había visto, desplegó un ala de su formación para envolver y cercar a la banda de Villadiego, viéndolos sin su arma mortífera como eran los caballos, había poca consideración de la fuerza española, además tenían la ventaja de estar en lo alto de la sierra, desde donde comenzaron a disparar sus dardos y flechas. El bisoño Villadiego disparando su arcabuz con la pelota (proyectil) logró eliminar un soldado y los otros arcabuceros al parecer causaron algunas bajas, lo mismo que los ballesteros, pero carentes del ímpetu que les conferían los caballos, no podían ser nada más.

Con los consabidos gritos de guerra el ataque del ejército fue incontenible, luego de su primer disparo, Villadiego fue prontamente inmovilizado, un garrotazo que le dieron con un “bastón” le quiebró el brazo. El Inka, jinete en caballo, “avaxó a los cristianos”, fue una lucha de 2 horas(?). Para consuelo Cieza dice: “por estar los cristianos tan cansados e calurosos, no peleavan como en otros tienpos semejante que ellos se avían visto”. Pobrecitos, conmiseración el jefe era bisoño, estaban cansados, sedientos y flacos, se aprovecharon los soldados del inka. El resultado fue la derrota, el sueño de Villadiego y compañía fue ahogado en su propia sangre, pero veamos lo que dice el cronista “e muy curelmente// fueron por los yndios veynte e quatro muertos y entre ellos Villadiego”.

El español para sus lectores debe ser mostrado como héroe, y además cual es la fuente y el sesgo de esta historia sino es la misma de los españoles, entonces Villadiego es presentado como un león que luego de haber sido quebrado el brazo, aún logra eliminar a 3 soldados incas “e después de quebrado nunca le vieron hazer nenguna flaqueza” se le pinta tan bravo que sucumbe finalmente “de los muchos golpes e heridas que le dieron cayó muerto en tierra” (Cieza 1991:379) “después de los aver hecho bien”, claro se trataba de barbáros! Sin embargo 6 de los forajidos lograron escapar. Pero la desgracia para el ejército inca fue que en su huida fueron apoyados por los indios aliados “no vastara si no fuera por los yndios amigos, que encima de sus honbros y en hamacas, los pusieron en el real del Fator” (Cieza 1991: 379).

Pero no solo se trataba de los 30 españoles, sino que también estaban los “indios amigos”, quienes en la batalla siquiera son mencionados, por lo que cuando estamos frente a la guerra y las batallas, la confrontación es ciertamente desigual, por que no solo se trata de españoles, sino de indios aliados a los extranjeros y protegidos por ellos los españoles se convertían en bravos leones. Manku Yupanki no podía ser benévolo con los traidores por lo que “mandava cortar las manos e a otros narizes, e por el consiguiente, a otros hizo sacar los ojos y envió algunas cabezas de los cristianos al valle de Vitcos” a la sede de su gobierno. Concluida la batalla ordenó al ejército que se encontraba en Vitcos a venir en su apoyo para repeler a los extranjeros.

En la larga guerra contra la ocupación colonial hubieron muchas brillantes victorias como ésta, sin embargo la historia contada por los hijos de Pizarro desfigura la realidad y los vencedores son criminalizados como ocurrió durante la guerra de Zárate Willka cuando en Mohoza, 28 de febrero de 1899, un batallón de 130 hombres perfectamente armados fue liquidado por las huestes de Lorenzo Ramirez (Ramiro Condarco 1982: 270-277) que tan solo contaban con la superioridad de su convicción.

Bibliografía

Cieza de León, Pedro. Crónica del Perú, Cuarta Parte, Vol. I Guerra de las Salinas Pontificia Universidad Católica del Perú, Lima 1991.

Condraco Morales, Ramiro. Zárate. El temible Willka Renovación, La Paz 1982.

Qullasuyu

La diversidad étnica y cultural es consustancial al país, un mito recogido por Juan de Betanzos señala que Conticci Viracocha en una segunda creación del género humano estando en Tiwanaku hizo toda la gente del Perú (debe leerse Los Andes,) en piedra dotándoles de bultos y nombres “que les había dado a cada género de aquellos señalándoles y diciéndoles estos se llamarán tales”. Mandó se fuesen a todas las provincias para que luego saliesen de fuentes, ríos, cerros y cuevas, cada uno de su propia pacarina (Bertanzos1999: 11-15). La dotación de nombres, es la identidad que cada pueblo adopta, para el Collasuyo esos nombres son: Canas, Canchas, Collas, Pacajes… Los bultos, que se traduce q’ipi, son el conjunto de normas con que cada pueblo se gobierna, además de memoria histórica y está constituida por textiles como no hace mucho tiempo nos ha confirmado Cristina Buba con los bultos de Coroma.
El mismo Juan de Betanzos, refiriéndose a la composición política y étnica en tiempos de Viracocha Inka, señaló que “había más de doscientos señores caciques de pueblos y provincias cincuenta y sesenta lugares en la redondez desta ciudad del Cuzco” (Betanzos1999: 23), quienes se hacían llamar Capac Inga, qhphaqa, grande, rico y magnánimo. Para el siglo XVI, con la documentación colonial en mano, Thérese Bouysse Cassagne (1987: 111) nos recuerda que en el Collao se hablaban el aymara, el quechua y el puquina, que habían recibido a su vez de los españoles el calificativo de “lenguas generales”, además de un cuarto que era el uruquilla. En esa situación los habitantes del antiguo Collao eran bilingües o incluso trilingües, pues eran muy escasos los lugares donde primaba el monolingüismo.
Etnia Lengua
Lengua Etnia
Uru Uriquilla
Puquina
Aymara
Quechua
Uriquilla Uru
Puquina Uru
Puquina
Aymara
Puquina Puquina
Aymara Uru
Aymara
Puquina
Aymara Aymara
Quechua
Quechua Aymara
Aymara
Quechua
Quechua Quechua
(Cuadro de relaciones entre lengua y pertenencia étnica Thérese Bouysse Cassagne 1987: 127)
Según el cuadro de la misma autora eran cuatro las etnias existente: Uru, Puquina, Aymara y Quechua.
El Collasuyu en su ordenamiento territorial estaba organizado en “señoríos”, divididos a su vez en las parcialidades de Urqu y Uma (cerro y agua):
Urqusuyu
Umasuyu
Canchis
Canchis
Canas
Canas
Qulla
Qulla
Lupaka
Pacajes
Pacajes
Sora
Carangas
Quillacas
Caracaras
Charcas
Chuis
Chichas
Lipes
Los uru y puquina conformaban dichos señoríos organizados en sus propios ayllus, mientras que los quechuas constituían grupos de mitimaes asentados en los distintos lugares dispuestos por el Estado.
El conjunto de los habitantes/miembros de esos “señoríos” y etnias se reconocían Qulla, quedando entonces claro que el nombre colla no era dada por el idioma o la etnia, sino ante todo por la cultura, organización y la pertenencia al país. Pues si tomamos el indicador lingüístico, el idioma más hablado durante aquellos tiempos, el aymara era de uso incluso muy al norte, así Cajamarca y el actual departamento de Ayacucho tenían como idioma principal al aymara, sin embargo falta saber si se llamaban también collas, por cuanto formaban parte del Chinchaysuyo.
Esta sociedad diversa por las informaciones que nos proporcionan los cronistas había alcanzado un notable desarrollo social, en lo que se refiere a la equidad, así Pedro Cieza de León (1986: 41-42) nos informa que estaba admirado de cómo y de qué manera los inkas pudieron hacer caminos tan grandes y soberbios, en relación al qhaphaq ñan. Comprendió que la construcción requería ante todo de la organización y la conciencia de la gente acerca de su utilidad “diré con la facilidad que eran hechos por los naturales sin que se les recreciese muerte ni trabajo demasiado; y era que, determinado por algún rey que fuese hecho alguno destos caminos tan famosos, no era menester muchas provisiones ni requerimientos ni otra cosa que decir el rey: “Hágase esto” y “en breve tiempo lo dexavan como se lo pintavan”.
Referencias
Bouysse Cassagne, Therese. La Identidad Aymara. Aproximación histórica (siglo XV, sigloXVI).
De Cieza de León, Pedro. Crónica del Perú Primera Parte. Pontificia Universidad Católica del Perú, 1553/1986 Lima.

Elizardo Pérez y la escuela ayllu

En la historia de las relaciones interculturales la vida de Elizardo Pérez ofrece una experiencia de vida llena de enseñanzas. El año de 1917 fungiendo como inspector de educación, al visitar una escuela fiscal en Warisata, se percató que en la misma zona había otra “escuelita” particular dirigida por un indio llamado Avelino Siñani. Allí comprendió que ése hombre había tomado, a diferencia de los suyos, el camino de “capacitar a la masa, iluminarla con el fuego sagrado, prepararla para futuros días”, dejando a un lado las acciones de rebeldía en contra del latifundismo imperante.

Años más tarde en el ejercicio de su profesión de maestro, al ser nombrado Director de la Escuela Norma Indigenal de Miraflores (1931) descubrió que esa era una obra de simulación, por lo que con su renuncia en mano logró que el Ministro de Educación de la época aceptara llevar la Escuela Normal al ámbito indio, al campo. Luego de una peregrinación por varios lugares aledaños al lago Tititkaka, la Escuela Normal fue fundada el 2 de agosto de 1931 en Warisata y sobre la base de su amistad con Avelino Siñani.

La escuela que matriculó a 150 alumnos y supuestamente estaba cobijada en los espacios de un ayllu, pronto fue una constatación dolorosa para Pérez y los maestros que lo acompañaban que no había tierras de ayllu y que todo era propiedad gamonal, además que los indios, el día convenido para comenzar con la construcción de las aulas ni siquiera se presentaron.

“El día señalado no se presentó un solo indio. El albañil Velasco y yo principiamos la obra… nos pusimos a abrir los cimientos” (Elizardo Pérez 1992: 74)

Durante días los profesores trabajaron completamente solos. Elizardo Pérez teniendo que ir a la ciudad de La Paz por una urgencia, a su regreso encontró a sus profesores esperando camión para volverse a la ciudad. Otro viaje a La Paz y regreso respectivo, el solitario trabajo de los maestros continuó hasta que una tarde Avelino Siñani se presentó “No tengo tiempo de hablar, le dije, pero ayúdame”, terminando la jornada Siñani respondió a las quejas de Pérez: “No tata, no te hemos abandonado a tu suerte. Desde todos los puntos de esta pampa… miles de nosotros te contemplamos con admiración”. Elizardo Pérez y los maestros, incluida la esposa de uno de ellos, eran no indígenas, los indios durante los días de su ausencia les habían sometido a un examen, constatando que al igual que ellos era gente de trabajo, les habían visto trabajar pisando barro desde el alba hasta la noche. Que duda podían tener eran iguales a ellos. El solitario grupo de maestros recibió el apoyo de Avelino, su esposa y su pequeña hija, luego más gente se acopló a la obra de construcción. El ejemplo de trabajo y vida fueron la base de la confianza “Cuando vieron que el profesor convivía con ellos, que se alimentaba de sus propios alimentos, que comía en una chua, que dormía en un poyo, cubierto con jergón indígena, que en suma, era uno de ellos, fueron cediendo con esa cautela que les es propio ante el temor de ser nuevamente engañados”. En la obra educativa de Warisata Elizardo Pérez no podía haber logrado el éxito que tuvo, sin la otra figura, Avelino Siñani, de quien recuerda que había ido casa por casa para avisar que el profesor “no era como los otros.

Warisata es un paradigma de cómo las relaciones interculturales pueden construirse y cultivarse en el reconocimiento mutuo, de igualdades y diferencias, de dirigir los esfuerzos hacia un objetivo común.

Las enseñazas:

  • Elizardo Pérez que como todos los pioneros de su época se enfrentó al poder gamonal, podía hacerlo con la seguridad que su gente (los indios) le ofrecía, son tantas las anécdotas que cuenta de sus relaciones conflictuadas con los poderes gamonales de Warisata y Achacachi.
  • Elizardo Pérez a su vez aprendió que Warisata iba a ser sostenible si la gestión estaba en manos de los propios indígenas, para lo cual siguiendo el modelo ayllu de organización y gobierno organizó el Consejo Amauta.
  • Las alianzas fueron muy importantes en preservar e institucionalizar la obra educativa de Warisata, para lo cual involucró a personalidades de reconocimiento de la época a quienes los llevó hasta la escuela y recuerda que incluso el mismo Tejada Soriano, siendo uno de los más grandes hacendados y conservador, fue uno de los aliados más eficaces.
  • La educación, la enseñanza, fue bilingüe: castellano- aymara y castellano quechua.

Lo intercultural considero, asumió con naturalidad, por cuanto efectivo el bilingüismo y la interculturalidad el esfuerzo fue puesto en hacerlo positivo, que el indio reconozca en el q’ara a su hermano. Que los indios no aprendan de los karas a sentir patria sino que sean “ellos los que enseñen a comprenderla, sentirla…” (Elizardo Pérez 1992: 343)

Eduardo Nina Quispe y la Reconstitución del Qullasuyu

Eduardo Leandro Nina Quispe, nació en el ayllu Chivo de Taraqu el 9 de marzo de 1887, que fue convertido en hacienda, a sangre y fuego7 por el gobierno de Melgarejo. Convertido en propiedad de un comerciante francés hasta el 15 de enero de 1871, cuando Melgarejo huyó hacia el Perú y los comunarios se restituyeron sus tierras. Con la Ley de Exvinculacion (1874) y la revisita 1882, Chivo pasó a ser parte de las inmensas propiedades de Benedicto Goitia9. Por ese motivo la vida de Eduardo Nina Quispe, trascurrió entre el ayllu, la hacienda y la ciudad de La Paz, donde niño viendo como los “caballeros” comprando periódico tenían conocimiento de la realidad, incluso de todo lo que sucedía, entonces pensó en “aprender a leer mediante un abecedario que me obsequiaron, noche tras noche comencé las primeras letras; mi tenacidad hizo que pronto pudiera tener en mis manos un libro y saber lo que encerraba”13. Con el beneficio de la lectura y el dominio del idioma español Eduardo Nina Quispe estaba preparado para emprender su tarea:

"Cuando se inició la Gran Cruzada Nacional "Pro Indio" leía los comentarios en los diarios; en las calles me detenía frente a los 'cartelitos' y entonces pensé; porque no puedo secundar esta obra? Yo que íntimamente conozco la tristeza del indio maliciento y vencido; yo que he sentido sollozar en mi corazón el grito de una raza vejada. Visité varias casas de mis compañeros, haciéndoles comprender el beneficio que nos aportaría salir del camino áspero de la esclavitud. Pasó el tiempo, y mi humilde rancho era el sitio de reunión del gremio de carniceros; estos acordaron enviarme sus hijos para que les enseñara a leer"[1]

Expulsado por el gamonalismo vivió en los barrios de Chijini y luego en Caja de Agua en calle Laja N° 142 , donde junto a los matarifes instaló una escuela indígenal. Resultando muy reducido su rancho para enseñar a tantos niños indios, el año de 1928, acudió a la Municipalidad de La Paz, que le cedió un espacio en la escuela nocturna en la calle Yanacocha N° 150. Estableciendo allí la Escuela Nocturna de Indígenas, del cual fue su primer maestro y director17. En 1929, su sacrificio le dió grandes resultados: logró contar con 2.000 alumnos indígenas y se rodeó de un activo grupo de preceptores indios: Pedro Castillo, Adolfo Ticona, Feliciano Nina y Carlos Laura.

Con dicho antecedente el 26 de agosto de 1929 se dirigió al Senado para exponer la situación del indio, justificando la necesidad de comunicarse con ese poder del Estado, decia:

“En nuestra calidad de preceptores indígenas que hace tiempo hemos dedicado nuestros esfuerzos a desalfabetizar a nuestros congéneres, ocurrimos ante el H. Senado Nacional de nuestro país, para pedirle respetuosamente que se sirvan dictar leyes y resoluciones legislativas en amparo de nuestra desgraciada raza que harto necesita del pan intelectual para incorporarse a la nacionalidad y encausar las actividades indigenales a las corrientes del progreso nacional.(…)”.

Para ello propuso el inicio de una cruzada nacional para la redención del indio, pide “que se preocupen los poderes públicos de nuestra situación que implica la del país mismo, porque nuestra población es la mas numerosa, sino la casi totalidad de la Nación”. Dicha preocupación debe expresarse a través de leyes de amparo de la explotación gamonal. Concluye: “Ojalá que se nos concediera la audiencia que respetuosamente solicitamos para exponer nuestros pensamientos y propósitos”18 Aquí otra vez la propuesta de hablar, dialogar.

Aprovechando la simpatía de las autoridades municipales, el 15 de abril de 1930, en oficinas de la Inspección Técnica de Instrucción Municipal, junto a varios preceptores indios fundó la Sociedad Centro Educativo Collasuyo, siendo él su Presidente y Juan de Dios Sirpatico, Secretario. En la larga lista de miembros de la Sociedad Centro Educativo Collasuyo es de resaltar la participación de Manuel Ramos de Cochabamba, Agustín Saavedra de Chuquisaca, Casiano Barrientos –el famoso Capitan Grande- del Izosog de Santa Cruz de la Sierra, Gualdito Cundeya, Teodora Aparindo y Maunuel Taco del Chaco.

A la par de la acción educativa propuso, e hizo todos los esfuerzos en base a los títulos coloniales, una revisita general, Fue el inicio de la guerra con el Paraguay (julio de 1932), aprovechado para acusarlo y encarcelarlo[2]. Como cuerpo del delito, figuraba “La Redención del Indio” que hasta el momento no es conocido.

En el documento impreso De los títulos de composición de la Corona de España (...) con el argumento y la base de los títulos de composición propuso la renovación de Bolivia en nueve departamentos, “setenta provincias, setecientos sesenta y ocho cantones”. En la Bolivia renovada “Todos los bolivianos obedecemos para conservar la libertad. Los idiomas aimara y quechua, habla la raza indígena, el castellano, los hablan las razas blanca y mestiza. Todos son nuestro hermanos”. Los idiomas aymara, quechua y castellano son puestos en igualdad y las razas blanca y mestiza reconocidas como hermanas. Así la renovación es una propuesta de liberación “Con esta publicación y bando será una nación libre como otro país pero en cuatro siglos enteramente aniquilado y abandonado estamos en una casa sin luz”. Bolivia será una nación libre, pero como otro país, esto es distinto a Bolivia, no será el mismo, por cuanto en la Bolivia no renovada, además de aniquilados y abandonados enteramente estamos en “una casa sin luz”.

Nina Quispe con el recurso de la escritura, el uso del español y el estudio de la historia indígena desarrolló un proselitismo que contó con importantes aliados de medios de comunicación, intelectuales como Arturo Posnasky e incluso miembros del Colegio Militar.

En la estrategia de Nina Quispe y la generalidad de los líderes indígenas del pasado siglo, el diálogo no fue planteado solo en términos de la coyuntura, sino proyectado a futuro para lo cual desarrollaron esfuerzos muy grandes en documentar con sus expedientes y producción intelectual los archivos oficiales en esos momentos existentes.

Otra experiencia que merece nombrarse es la Sociedad Centro Católico de Aborígenes Bartolomé de las Casas, cuya personería jurídica y estatutos fue aprobado el 2 de octubre de 1930 (ALP 1950/130). El artículo 1ro señalaba que “Su fin principal es fundar escuelas de primeras enseñanza para niños y jóvenes aborígenes en todas las comunidades y ex comunidades de los departamentos de La Paz, Potosí, Oruro Cochabamba y Sucre (sic), con carácter francamente agrario”.

Autoridades y activistas indígenas que reconocían el liderazgo y la experiencia de Santos Marca Tola cuidaron de que la sociedad fuera reconocida por:

· la jerarquía eclesiástica de las ciudades de La Paz, La Plata (Sucre), Potosí.

· Fiscal General de la República.

· Jefatura del Distrito Escolar de Chuquisaca, etc.

Un 8 de septiembre de 1942 llevaron adelante su primera asamblea de reorganización que contó con la asistencia de más de 140 socios. El artículo 2do de sus estatutos reconocía como miembros del Centro a “los caciques, alcaldes mayores y menores escolares de los departamentos de la república, cuyas escuelas se establecerán en todas las provincias, cantones, ayllus del país, en que no existan para escuelas trabajarán chacras en tierras vacantes, para el sostenimiento de las escuelas y engrandecimiento de nuestra patria conforme al plan trazado por los fundadores del Centro…”

El articulo 8vo señalaba “fundar escuelas teniendo en cuenta los métodos más modernos de la pedagogía, divulgar los sistemas agrarios más útiles a la producción, economía bienestar del indios, militarizar al indio para fortalecer más su raza y contar en su conjunto con una fuerza poderosa y efectiva”.

El directorio del Centro el año de 1942 estuvo conformado por:

  • Nicolás Mamani Director General
  • Antonio Aguilar Presidente titular
  • Juan Cruz Limache Vicepresidente
  • Julían Alcoma Tesorero
  • Leandro Conde Primer Secretario
  • Andrés Marca Tola Segundo Secretario

En otro documento titulado de “fundamentación histórica para la creación de escuelas” señalan que los articulados de sus estatutos no contrariaban a las leyes y buenas costumbre y más bien se amparaban en el articulo 4to de la CPE

En este primer ejercicio no hemos logrado aún presentar nuestra propuesta que está basado en el diálogo como fundamento de una relación de igualdad y respeto mutuo. Continuamos con el objetivo de develar esfuerzos invertidos en la constitución de espacios libres prácticas coloniales de subordinación que encubre la identidad y las proyecciones de los pueblos indígenas. Con Elizardo Pérez veremos cuán importante es el diálogo, el reconocimiento de la calidad de sujetos con capacidad de entendimiento y lo que es más importante la gestación de espacios, como fue la Escuela Ayllu, de autonomía de la sociedad indígena.



[1]. "El Norte", 1928, loc. cit.

[2]. El Comandante de la Legión Cívica, fuerza destinada a guardar el orden interno durante la guerra, coronel Zegarrundo se encargó de acusar y apresar a Nina Quispe por suplantar al gobierno de Salamanca (René Arce 1987: 30). En su informe de aprehensión, decía al Prefecto de La Paz:

La Legión Civica” que inicio una laboriosa campaña contra los comunistas adelantándose a la ultima sublevación indigenal del altiplano ha tomado mediadas contra uno que se titulaba nada menos que PRESIDENTE DE LA REPÚBLICA DEL COLLASUYO llamado Eduardo Nina Quispe, indígena que valiéndose de su condición de fundador de escuelas rurales, consiguió imponerse sobre la enorme raza indígena tejiendo indudablemente una organización subversiva. Este indígena y sus secuaces contra los cuales hemos realizado una activa investigación se encuentra en el panóptico con pruebas suficientes”