viernes, 19 de agosto de 2011

El indio un problema para la colonización

El indio un problema para la colonización

En la totalidad de los países de las Américas el indio ha sido y continúa siendo el problema para los estados nación. Fue por resolver que uno de los más famosos guerreros gringos, que combatió a las naciones indias, expresó: “el mejor indio es el indio muerto”, fórmula que fue aplicada al unísono en el conjunto de las repúblicas.

Si los indios, como fueron nombrados desde el primer desembarco de Cristóbal Colon en las Antillas, los originarios habitantes del continente, cómo es que siendo nativos, los propios del lugar se convirtieron en El Problema? Es la pregunta a responder.

Hasta antes de la venida de Colón a esta parte del mundo, las gentes y las naciones no se llamaban indias; identidades y desarrollos propios marcaban una convivencia cuyos principios, están siendo gradualmente re constituidos, revalorados y puestos en agenda. El asombro de Colón por la calidad de gentes con que se encontró en el lejano años de 1492, al descubrir la generosidad con que los nativos intercambiaban sus productos entre ellos el oro, se trocó en malicia: dejó de ser un mercader y se convirtió en un salteador. Para el expolio se sirvió de la violencia y el terror sin límites.

El robo tuvo por justificativo al racismo, la “desnudez del indio” que según Colón carecía de dios, ley y rey. Años más tarde Ginés de Sepúlveda escribió un tratado sobre las justas causas de la guerra contra los indios donde estableció que la relación entre español e indio era la del cazador y su presa. La angurria de los europeos encontró sustento en oscuras creencias religiosas y la legalidad de una monarquía poseída por el fanatismo, los reyes católicos. Para la extracción del oro de las minas y lavaderos de la isla de Haití (La Española) Colón y sus secuaces acabaron con nada menos que la vida de 3.500.000 personas, como fue testimoniado por Bartolomé de las Casas. Hernán Cortés como Franciscos Pizarro no hicieron más que mejorar esa primera experiencia. La carnicería, como la ocurrida el 16 de noviembre de 1532 cuando fue secuestrado el Inka Atawallpa, era el método para el escarmiento, la despersonalización y la humillación de la víctima.

En los inicios de la invasión española ningún pueblo, ni ninguna autoridad podía hacer caso de unos atrabiliarios vagabundos que se presentaban a nombre de “dios” y desconocidos gobernantes, que acto seguido exigían todo el oro y cuanta cosa preciosa hubiere, además de víveres que se los gastaban en una orgia de festines. La indiferencia y la ofensa legítima entonces eran calificadas por los extranjeros de sublevación, rebeldía, traición, odio, etc. Se victimizaban para dar rienda suelta a sus instintos criminales y latrocinio.

Para justificar sus crímenes identificaron en los nativos a sus enemigos de siempre: infieles (sarracenos), entonces decían que su dios, el apóstol Santiago, etc. les animaba a la venganza y al castigo. Las carnicerías, descritas por los mismos cronistas españoles, consistían en la afición de probar el filo de la espada partiendo por la mitad a las personas, despeñar a los niños arrojados contras las rocas, desbarrigar a las madres en espera, aperrear (…) Este último era el arma más mortal del arte de guerra español: cuarteaban, charqueban al nativo con cuya carne alimentaban a sus perros. Entonces en las “conquistas” eran jaurías de perros enseñados con la carne del indio, que daban cuenta de los nativos; los habitantes de la floresta eran sus señaladas víctimas, desnudos como estaban los canes desgarraban su humanidad.

Siendo que las minas de oro y plata alcanzaban a unos pocos privilegiados invasores, los contingentes de colonos que fueron arribando posteriormente pusieron sus ojos en las tierras, que todas estaban ocupadas por los nativos. No solo había que cazar a los indios para el trabajo minero, sino había que desplazarlos y cuando había resistencia arma en mano procedían a su limpieza. Su lugar prontamente fue ocupada por esclavos traídos del Africa y por la ganadería ovina y vacuna, que según leyes españolas valían más que los indios. Así fue establecida la gran propiedad agraria, el latifundio.

Cuando Napoleón Bonaparte repartía Europa a sus hermanos los vínculos de las colonias con España se fracturaron, ocurrió la crisis de la independencia. Las colonias, las élites encomenderas vieron la oportunidad de hacerse sus propios reinos, fundaron estados republicanos, que desconocieron los compromisos que los reyes de España habían asumido de proteger a los indios. Protección que por cierto era de los propios españoles que siempre estaban atentos al robo y al expolio del indio.

La republicas hispanoamericanas desde que se fundaron dieron comienzo a una segunda fase de colonización, que incluso fue más violenta y genocida. En muchos casos fue de solución final, solo como ejemplo hay que señalar las Campaña del Desierto y la Pacificación de la Araucanía ocurridas en el cono sur. En la república boliviana la suerte del indio estuvo echada desde el principio. Bolívar decretó la supresión de la comunidad indígena por contraria a la doctrina liberal y los posteriores gobiernos no hicieron más que seguir ese lineamiento. Con Melgarejo la guerra contra el indio tuvo por objetivo el despojo de sus territorios en favor del latifundio, en tanto que en el Chaco la guerra contra el Chiriguano proseguía en la misma tradición colonial.

En Latinoamérica, México y los Andes, a diferencia de las demás repúblicas el indio no pudo ser exterminado, no pudieron por tanto consolidarse como Estados Nación, el problema era el indio. Fue así que el genocidio fue abandonado por el etnocidio. El indigenismo fue la política, con su aparente paternalismo, administrada para “integrar” al indio. La nación fundada en el caso boliviano, en 1825 por los descendientes de Pizarro, se propuso asimilar al indio, borrando su lengua, su memoria, su cultura, su identidad y sus derechos. Por decreto el indio fue convertido en campesino, clase trabajadora de una élite que se reclama blanca.

Sin embargo el indio ha sobrevivido a la permanente guerra, a los genocidios y los etnocidios, cierto que en muchas partes del continente hay naciones que han sido reducidas a unas pocas comunidades e incluso familias. La persistencia del indio hoy como ayer continua siendo el problema tanto para el estado como para sus élites, en particular la burguesía que al igual que en tiempos de colones y pizarros tiene puestos los ojos en los recursos que encierra sus territorios.

La conciencia del indio que hoy habla de derechos es veneno para las políticas de colonización, que a nombre de desarrollo y bien estar invade sus territorios para la construcción de represas, carreteras, extracción de madera, petróleo, gas minerales (…). Y como siempre el colonizador señala con el dedo al indio por enemigo del progreso, del desarrollo de la patria, que unos miles o decenas de indígena no pueden perjudicar a millones. Esta nueva colonización, como dirían los cronistas españoles del siglo XVI, apellida hoy nacionalismo del siglo XXI.

martes, 26 de abril de 2011

La Reconstitución


Entre los meses de mayo y junio del año 2002 autoridades indígenas de ayllus y markas del país a través de una larga caminata de más de 30 días formularon al conjunto de la sociedad boliviana la necesidad de una Asamblea Nacional Constituyente. El planteamiento tenía como fin parar la violencia política, revisar el modelo económico basado en la extracción de materias primas e iniciar un proceso de diálogo que permita a los pueblos indígenas expresar su visión respecto a la constitución del país. Sin embargo se impuso el interés de los grupos de poder que hizo presidente nuevamente a Gonzalo Sánchez de Lozada y la crisis se ahondó hasta llegar a febrero-octubre del 2003.

Para los pueblos indígenas la Asamblea Constituyente fue prevista como el escenario ideal para tratar el tema de la reconstitución, que desde fines del decenio de 1980 había impulsado a las comunidades indígenas a retornar a su institucionalidad encarnada en el ayllu.

En la conciencia nativa el ayllu representa el espacio de autonomía, la plataforma desde donde proyectar la reconstitución de la identidad política mayor: Qullasuyu – Tawantinsuyu. Así fue que desde los ayllus surgió la voz rebelde en los años 1960, manifiesto político que denuncio la continuidad del colonialismo, la farsa de la creación de la república en 1825 por los mismos colonos españoles, la interminable y permanente guerra en contra del indio. El indianismo, qué duda cabe, fue la ideología que planteó por primera vez la necesidad de acabar con el colonialismo. La descolonización, como no puede ser de otra manera, fue planteada como reconstitución de la identidad nacional qulla, y en paralelo la reconstituciones de las naciones tupi guaraníes (que es como fue pensado desde los andes la diversidad de los pueblos de tierras bajas).

En lo formal luego de los avatares de la Asamblea Constituyente el nuevo texto constitucional ha proclamado un nuevo tipo de Estado, el Estado Plurinacional del Bolivia constituida por todas las naciones existentes dentro de las fronteras. Desde entonces mucha agua ha corrido debajo del puente, los símbolos qullas ocupan prominentes lugares públicos, ha sido creado un Viceministerio de Descolonización, que con seguridad debe estar haciendo supremos esfuerzos para llevar adelante los mandados de Tupa Katari y Zárate Villca. El camino empieza recién, por las características tan particulares de la política boliviana el antiguo régimen cada vez da muestras de seguir “vivito y coleando”. Los hacedores de la política continúan siendo los mismos (culitos blancos había dicho Jaime Paz Zamora). Es pues útil volver a las ideas iniciales de la descolonización

Volver a ser

La colonización, representada en las bandas de pillos comandados por Francisco Pizarro, luego de apoderarse del país, puso sus nombres: Nueva Castilla, Nueva Toledo, luego Virreinato del Perú, Audiencia de Charcas. Cuando en 1825 los colonos hicieron su república pusieron nombre de Bolívar, en manifiesto llunk’erío con el comandante que venia del norte. La descolonización no quiere decir otra que des hacer lo hecho por los extranjeros colonizadores, expulsados los colonos en un país del Africa que había sido llamado Rodhesia, volvió a ser Zimbawe. La descolonización en el Qullasuyu tiene entonces un camino y un objetivo definido.

Todas las guerras indias, que son guerras anticoloniales, han tenido ese objetivo, hay que recordar nada más qué buscaba Tupa Katari con el cerco a La Paz y el embalse de las aguas en Chacaltaya y lo mismo encontraremos en los caminos de Zárate Villca, Juan Lero. Fue así que Santos Marca Tola y Eduardo Nina Quispe en toda la primera mitad del siglo XX trabajaron incansablemente por la reconstitución del Qullasuyu (Renovación del Bolivia). Incluso en ese mismo tiempo Manuel Rigoberto Paredes, descendiente de los caciques Siñani de Carabuco, escribió un libro titulado El Kollasuyu, publicado el año de 1916, que reconstruye el territorio Qullasuyu desde Canchis hacia el sur, reivindica a pueblos ubicadas en el Norte del Cuzco como son aimaraes, chumbivillcas, Villcas Huamán, Sora, Huarochiri, Chancas que al momento de la invasión española, hablaban el idioma aymara (jaqi aru), atestiguada por la persistencia de lenguas anteriores al aymara como son el cauqui y el jaqaru. La integridad de la nación qulla, así como de su territorio, ha sido confirmado por los estudios de historiadores que pasaron largos años en los archivos (Waldemar Espinoza Soriano, Trsitan Platt et al, Katherine Julien, Ana Maria Presta..)

Descripción: 2

(tomado de Tristan Platt et.al 2006)

Cuál la significación del nombre Qulla? Veamos, el jesuita Ludovico Bertonio que el año de 1612 publicó el Vocabulario de la lengua aymara, traduce:

· Qulla (Colla) como: purga, comida o beuida, y cualquiera emplasto, y otras medicinas para curar.

· Qullana (Collana): excelente, cosa prima.

· Qullana: el primero. Nayra: idem

· Qullanankata (collanancata): Ser el primero, Estar en primer lugar

Ha sido la reconstitución del ayllu iniciado en el decenio de 1990 que volvió tras las huellas de la memoria, a través de la lectura de la historia, así como de los documentos que cada uno de los ayllus aún conserva, esta mirada ha dado cuenta de la estructura política territorial Qulla en sus dos grandes regiones:

:

Collao Charcas

Canas Karanka

Canchis Killakas Azanjaqi

Qullas Sura

Kallawaya Charka

Lupakas Qara Qara

Pakajaqi Lliphi

Chichas

Chuwi

La descolonización es reconstitución, como el proceso político en curso es pachakuti, si es que acaso hubiesen olvidado.

jueves, 14 de abril de 2011

Qué es el indigenismo?

El protagonismo que cobró el indio como actor político desde las movilizaciones del año 2000, la crisis del 2003 y el encumbramiento de Evo Morales como Presidente de Bolivia, ha llevado a que mucha gente, en particular los que escriben usen de manera indiscriminada la palabra indigenismo. Haciendo entender que lo que hace el indio es por supuesto y mecánicamente indigenista, siendo que esta forma de pensar y accionar corresponde a los no indios, gentes que en su momento proyectaron la solución final del problema del indio a través de la asimilación; desde el Estado y la antropología mexicana el indigenismo fue propagado a todos los gobiernos del continente desde 1948.

Es otra muy distinta el pensamiento y la acción política que los mismos indios llaman indianista, cuya abominación por las élites no termina, habiendo tenido como su víctima más señalada a Fausto Reinaga. Sin embargo muchas de las más caras ideas indianistas hoy son parte de propuestas que se oponen al capitalismo y sus proyecciones colonialistas; vivir bien, madre tierra, descolonización... para nombrar algunas de ellas.

Alejandro Marroquín, en Balance del indigenismo. Informe sobre la política indigenista en América (1972), definió al indigenismo como:

"la política que realizan los estados americanos para atender y resolver los problemas que confrontan las poblaciones indígenas, con el objeto de integrarlas a la nacionalidad correspondiente".

Para Gonzalo Aguirre Beltrán, no solo era una política social sino:

"el indigenismo no está destinado a procurar la atención y el mejoramiento del indígena como su finalidad última, sino como un medio para la consecución de una meta mucho más valiosa: el logro de la integración y desarrollo nacionales, bajo normas de justicia social, en que el indio y el no indio sean realmente ciudadanos libres e iguales".

Por su parte el mismo Instituto Indigenista Interamericano definía al Indigenismo como "una formulación política y una corriente ideológica, fundamentales ambas para muchos países de América, en términos de su viabilidad como naciones modernas, de realización de su proyecto nacional y de definición de su identidad" (Instituto Indigenista Interamericano" 1991: 63).

El indio era apenas un objeto, un medio para metas realmente supremas, cual es la formación del Estado Nacional[1].

Alfonso Caso que fue el primer director del Instituto Nacional Indigenista, creado en 1948, resumía la labor indigenista:

“El instituto Nacional Indigenista considera que la verdadera actitud es la de una acción gubernamental que tiende a capacitar la comunidad indígena dándole los medios técnicos indispensables para su vida y su propia defensa; uno de estos medios, quizá el más eficaz, es la enseñanza del idioma nacional en que están redactadas nuestras leyes, en que se redactan las gestiones antes ante los poderes públicos. Otro medio es la construcción de caminos que permitan la rápida conexión con otras comunidades y las ciudades de nuestro país. La acción del Estado debe ser, en consecuencia, una acción de protección y fomento, una acción que tienda al cambio cultural, pero sin que se provoquen desajustes y tenciones que disuelvan las vida orgánica de la familia o de la comunidad[2]”.

El indigenismo fue concebido como la “ideología del mestizo, método y técnica de unificación nacional”, un proceso dinámico que tiene su origen en el cruzamiento e interacción entre las culturas india y europea, que siendo conflictiva da paso a la integración cultural, de las regiones culturales (regiones de refugio) mediante la aculturación del indio, esto es su desculturización para su incorporación a la nación[3]

Siguiendo el desarrollo del indigenismo mexicano, era la educación del indio el punto de partida para un accionar continental. En 1918 hubo una Primera Convención Internacional de Maestros, efectuada en Buenos Aires, que recomendó "la incorporación de los aborígenes a la cultura moderna". En 1933 en Montevideo, la VII Conferencia Panamericana expresó la necesidad de que se celebrara una Conferencia Interamericana de expertos en asuntos indígenas, resolución ratificada por el VII Congreso Científico Americano que se llevó a cabo en México en 1935. En la Conferencia de Montevideo participaron por Bolivia Casto Rojas, David Alvéstegui y Arturo Pinto Escalier. Dos años más tarde, la Primera Conferencia Panamericana de Educación, efectuada también en México, aprobó la organización de “un Congreso Continental para estudiar el problema de los indios en los países de América Latina". Fue en la VIII Conferencia Panamericana, reunida en Lima en 1938, que fue adoptada una resolución declarando que los indígenas "tienen un preferente derecho a la protección de las autoridades públicas para suplir la deficiencia de su desarrollo físico e intelectual" (sic), y que debería ser propósito de todos los gobiernos "desarrollar políticas tendientes a la completa integración de aquéllos en los respectivos medios nacionales”. En aquella Conferencia decidieron patrocinar la celebración de un congreso indigenista interamericano.

El Comité Ejecutivo Provisional que se encargó de la realización del Congreso Indigenista Interamericano fue animado por Luis Chávez Orozco. Sin embargo fue Moisés Sáenz quien recibió la designación de llevar adelante la Dirección Provisional del Instituto; nombrado embajador de México en Perú, ocupó la dirección de manera interina Carlos Girón Cerna, de Guatemala. Fue Manuel Gamio que tomó a su cargo la dirección.

El Instituto Indigenista Interamericano tuvo por directores a: Manuel Gamio, Miguel León-Portilla, Gonzalo Aguirre Beltrán, Oscar Arze Quintanilla, José Matos Mar y José del Val Blanco. En 2002 asumió la Dirección Guillermo Espinosa Velasco (ex director General de Instituto Nacional Indigenista, de México) y fue en esta gestión desapareció por obsoleta y con él el indigenismo como ideología y práctica política colonialista etnocida.

En Bolivia el Instituto Indigenista Boliviano fue creado en 1941 como dependencia del Ministerio de Educación, con el nombre de Departamento de Asuntos Indígenas y Bellas Artes y terminó su existencia al crearse la Secretaría de Asuntos Etnicos, ...

El año de 1968 Guillermo Bonfil Batalla y otros autores publican De eso que llaman la antropología mexicana que causó un quiebre en el quehacer antropológico mexicano y el indigenismo continental. Escrita en el contexto de mayo 1968 y en la crítica a la antropología comprometida con la formación de la identidad nacional. Guillermo Bonfil Batalla uno de los autores señalaba “El ideal de redención del indio se traduce como en Gamio en la negación del indio. La meta del indigenismo, dicho brutalmente, consiste en lograr la desaparición del indio”.

Esta crítica cobraba fuerza con el accionar de algunos gobiernos latinoamericanos donde ocurrieron matanzas de indios en Colombia y el Brasil. Fue en el Congreso de Americanistas de Stuttgart de 1968 que Robert Jaulin se destacó por sus denuncias. En 1970 publicó el libro La Paz blanca. Introducción al etnocidio.

La repercusión fue importante en la comunidad académica y en los pioneros del internacionalismo indio, uno evento importante fue la celebración entre los días 7 y 12 de Diciembre de 1981, en San José, Costa Rica, del Seminario " Etnocidio y Etnodesarrollo en América Latina" convocado por UNESCO y FLACSO que contó con la asistencia de representantes de organizaciones indígenas de América Central y de Sud América así como otros expertos.

En los inicios del internacionalismo indio es importante señalar la realización de la Primera Reunión de Barbados en 1971, en la Declaración los participantes sostuvieron:

“… las misiones religiosas y los científicos sociales, principalmente los antropólogos, deben asumir las responsabilidades ineludibles de acción inmediata para poner fin a esta agresión, contribuyendo de esta manera a propiciar la liberación del indígena”

El documento postulaba la necesidad de que el indio se asuma protagonista de su propio destino:

“1) Es necesario tener presente que la liberación de las poblaciones indígenas es realizada por ellas mismas, o no es liberación. Cuando elementos ajenos a ellas pretenden representarlas o tomar la dirección de su lucha de liberación, se crea una forma de colonialismo que expropia a las poblaciones indígenas su derecho inalienable a ser protagonistas de su propia lucha.

2) En esta perspectiva es importante valorar en todo su significado histórico la dinamización que se observa hoy en las poblaciones indígenas del continente y que las está llevando a tomar en sus manos su propia defensa contra la acción etnocida y genocida de la sociedad nacional. En esta lucha, que no es nueva, se observa hoy la aspiración de realizar la unidad panindígena latinoamericana, y, en algunos casos, un sentimiento de solidaridad con otros grupos oprimidos.

3) Reafirmamos aquí el derecho que tienen las poblaciones indígenas de experimentar sus propios esquemas de autogobierno, desarrollo y defensa, sin que estas experiencias tengan que adaptarse o someterse a los esquemas económicos y sociopolíticos que predominen en un determinado momento. La transformación de la sociedad nacional es imposible si esas poblaciones no sienten que tienen en sus manos la creación de su propio destino. Además, en la afirmación de su especificidad sociocultural las poblaciones indígenas, a pesar de su pequeña magnitud numérica, están presentando claramente vías alternativas a los caminos a transitados por la sociedad nacional..[4]

La Declaración de Barbados II de julio de 1977 fue suscrita por 18 líderes indios y 17 antropólogos, en el documento fueron enfatizadas las estrategias y los instrumentos requeridos para el logro de la liberación del indio, y para ello la necesidad de una ideología consistente teniendo como matriz a la cultura y al legado histórico. En este marco fue debatido el derecho a la autodeterminación de los pueblos indios y la necesidad de su descolonización. Posteriormente en reuniones realizadas en Sud, Centro y Norte América fue sistematizado un cuerpo de ideas y conceptos que dieron lugar a la emergencia de la ideología indianista

Este proceso coincidió con la apertura en Naciones Unidas al tratamiento de las cuestiones indígenas. La Subcomisión de Prevención de Discriminaciones y Protección de las Minorías nombró a José Martínez Cobo Relator Especial para la realización de un estudio sobre la discriminación sufrida por las poblaciones indígenas[5]; el estudio contenido en 5 volúmenes fue entregado entre 1981-1984. En ese mismo tiempo (1982), el Consejo Económico y Social (ECOSOC) creó el Grupo de Trabajo sobre Poblaciones Indígenas. Este grupo de trabajo se convirtió en plataforma de importantes progresos en la adopción de derechos y participación de los pueblos indígenas en los distintos espacios internacionales.

En dicho estudio de Martínez Cobo propuso la siguiente caracterización de lo indígena:

Son comunidades, pueblos y naciones indígenas los que, teniendo una continuidad histórica con las sociedades anteriores a la invasión y precoloniales que se desarrollaron en sus territorios, se consideran distintos a otros sectores de las sociedades que ahora prevalecen en esos territorios o en parte de ellos. Constituyen ahora sectores no dominantes de la sociedad y tienen la determinación de preservar, desarrollar y transmitir a futuras generaciones sus territorios ancestrales y su identidad étnica como base de su existencia continuada como pueblo, de acuerdo con sus propios patrones culturales, sus instituciones sociales y sus sistemas legales. (E/CN.4/Sub.2/1986/87)

Ha sido importante la definición establecida por Martínez Cobo, así como fueron importantes los avances en el Grupo de Trabajo sobre Poblaciones Indígenas. Reconociendo dichos avances la Organización Internacional del Trabajo (OIT), en el Convenio 169 propuso un concepto que hoy es aceptado por los pueblos indígenas como por los Estados:

“considerados indígenas por el hecho de descender de poblaciones que habitaban en el país o en una región geográfica a la que pertenece el país en la época de la conquista o la colonización o del establecimiento de las actuales fronteras estatales y que, cualquiera que sea su situación jurídica, conserven todas sus propias instituciones sociales, económicas, culturales y políticas, o parte de ellas (Art. 1, b)

“La conciencia de su identidad” es considerada como un criterio fundamental para determinar los grupos a los que se aplican las disposiciones del Convenio en cuestión. El avance tanto en la conceptualización de lo indígena como en la determinación de los sujetos de derecho ha tenido un significativo desarrollo, que considera fundamental la auto identificación. La identidad es determinada por las mismas personas y colectividades indígenas “Los pueblos indígenas tienen derecho a determinar su propia identidad o pertenencia conforme a sus costumbres y tradiciones” (Art 33,1 Declaración), sostiene la Declaración de las Naciones Unidas sobre los derechos de los Pueblos Indígenas, adoptada den septiembre de 2007. Esta autodeterminación de la identidad de las personas indígenas se refleja en el derecho a la libre determinación como pueblos (art. 3).

La libre determinación se expresa en la representación y en el discurso libre determinado, no en la usurpación de la voz y menos en la elaboración y traducción, como ocurre hoy con muchos personajes que se hacen pasar de intérpretes y voceros del pensamiento indio. Sin embargo los fantasmas del pasado tienen el raro privilegio de volver, gamonales y tinterillos reviven prácticas indigenistas.



[1] . La muerte del Estado Nación en Bolivia y el Ecuador es la muestra del más rotundo fracaso del indigenismo, siendo el Estado Plurinacional propuesta indianista del movimiento indio ecuatoriano desde el levantamiento de junio de 1990 y de todos los movimientos indios de la región.

[2] . Citado en Marroquin, Alejandro. Balance del Indigenismo. Instituto Indigenista Interamericano, Mexico 1977, pp2-3.

[3] . Ordoñez Mazariegos, Carlos Salvador “Tradición y modernidad. Encuentros y desencuentros de los pueblos indios frente al indigenismo y los procesos de globalización”

[4] . Barbados, 30 de enero de 1971,Miguel Alberto Bartolomé, Nelly Arevelo de Jiménez, Guillermo Bonfil Batalla, Esteban Emilio Mosonyi, Víctor Daniel Bonilla, Darcy Ribeiro, Gonzalo Castillo Cárdenas, Pedro Agostinho da Silva, Miguel Chase-Sardi, Scott S. Robinson, Silvio Coelho dos Santos, Stefano Várese, Carlos Moreira Neto, Georg Grünberg.

[5] . Fue en 1971 que la Subcomisión de Prevención de Discriminaciones y Protección de las Minorías designó Relator Especial a Martínez Cobo para que desarrolle un estudio detallado de la discriminación en perjuicio de las poblaciones indígenas.

lunes, 11 de abril de 2011

Tupa Katari, El Alto y el camino a la descolonización


El Alto es ciudad construida con el puro esfuerzo de los hijos del país, es la ciudad más nativa existente de la región. Ha sido voluntad de los actuales Pakajaqis, Qullas, Lupakas, Carangas, Charkas, Qharaqaharas, Lipes… todas las nacionalidades del Qullasuyu contar con una propia ciudad a la par de La Paz, Santa Cruz, Cochabamba para restituirse un centro político y económico. Así ha sido como en pocos años de ser una barriada dependiente de La Paz, pasó a ser una ciudad con identidad y peso político propio. Despuntando el siglo XXI El Alto ha cambiado el curso de la historia, marcó el camino hacia el pachakuti, hacia la descolonización.

Desde el año 2000 El Alto perfiló el peso de su importancia, su peso estratégico traducido en las movilizaciones y cierre de caminos que permitió a Felipe Quispe enfrentar a los ministros de Banzer y decirles: “inquilinos por qué me matan, por qué matan a mi pueblo”. Lo que vino luego fue el desmoronamiento del poder político colonial. La marcha por la Asamblea Nacional Constituyente protagonizado por los pueblos indígenas que el año 2002 planteó la necesidad de sentarse en la mesa para negociar nuevos estatutos, nuevos pactos con los hijos de Pizarro. Fue la primera gran movilización india que no llevaba ningún petitorio, sino el mandato de arreglar las cosas, de redactar por primera vez una Constitución. Los partidos políticos, los q’aras se burlaron preguntando “y dónde está el pliego petitorio para negociar”. Gonzalo Sánchez de Lozada y su grupo (MNR) estaban seguros del monopolio que les había tocado en suerte por ser q’aras. Se aprestaron a ganar las elecciones y luego asumir el mando de la administración. Pocos meses duró la ilusión del poder, fueron chiquillos del Colegio Ayacucho que dieron la primera señal acerca de los contados días que tenía el régimen. Luego vino octubre con sus grandes días, la inmolación de decenas de alteños para poner fin al régimen. Fueron días de gloria para la alteñidad, las zonas de las laderas de Chuki Apu, los ayllus y comunidades del departamento que comenzaron a cercar el centro del poder administrativo, hora tras hora, día tras día. El Alto, el Qullasuyu caminaba por la senda de sus mayores, de Tupa Katari y Bartolina Sisa.

Es El Alto, por su representatividad traducida en el mosaico de sus barrios, que estableció el Mandato de Octubre: la Nacionalización y la Asamblea Nacional Constituyente de carácter originaria. El Alto acunó la revolución india, el Pachakuti, poner fin a la noche y restablecer el día. Una de sus más importantes realizaciones ha sido el retorno de la facultad de gobierno a un hijo del país, de la Pachamama, como es el Presidente Evo Morales Ayma. En el pensamiento qulla (andino) el cabal concepto de lo ocurrido y lo que queda por ocurrir es Pachakuti, la restauración de la vida y el orden. El espacio qulla/tawantinsuyu, el tiempo propio fue destruido y usurpado por la invasión y la colonización. La facultad de gobierno y el robo, a nombre de los reyes de España, pasó a Francisco Pizarro y sus secuaces, y desde entonces la administración ha sido colonial en beneficio de España y de su heredera la república de Bolivia.

Ya en los primeros años de la invasión española los gobernantes inkas comenzaron una de las más largas y esforzadas guerras anticoloniales, nombres como el Manco Inka, Tupa Amaru, Tupa Amaru II, Zárate Willka simbolizan los esfuerzos por destruir el orden colonial representado en el poder del criollaje[1] y su ciudad. El 13 de marzo de 1781 Tupa Katari instaló su cuartel general en El Alto el objetivo: extirpar el mal, la colonia incrustada en el cuerpo del Qullasuyu. El cerco a La Paz, ciudad española donde incluso se encontraba el Oidor de Chile Tadeo Diez de Medina, en la guerra anticolonial, buscaba la liberación del espacio usurpado por la colonia, acabar con el poder de la administración colonial. La acción constituía la materialización de una estrategia largamente planificada en coordinación con líderes que desarrollaron las mismas acciones en Canas y Canchis, Potosí y Oruro. Las acciones de guerra fueron iniciadas el 3 de marzo en los valles de Caracato y Sapaqui, bajo el indudable comando de Tupa Katari que galopaba entre Sica Sica y Ayo Ayo. Ya en agosto de 1780 en Potosí, Tomás Katari Cacique de Chayanta había iniciado el conflicto con el corregidor Joaquin Alós, en tanto que el 10 de noviembre de 1780, José Gabriel Condorcanqui cacique de Pampamarca, Tungasuca y Surimana mandó ajusticiar mediante horca al corregidor de Canas y Canchis. En Oruro el 10 de febrero Santos Mamani (…) encabezó operaciones que el 11 tuvo la mayor claridad de cómo compartía un mismo objetivo con Tupa Amaru.

El teatro de la guerra fue el Qullasuyu, no existían ni el Perú ni Bolivia, sino un país seccionado en administraciones coloniales (Audiencia del Cuzco y Audiencia de Charcas), que desgraciadamente dividieron el Qullasuyu. El comando indio estuvo conformado en su mayoría por líderes del Qullasuyu, José Gabriel Condocanqui era cacique de Tinta de Canas y Canchis.

Para entender el objetivo que tenía el cerco, es importante saber del comportamiento de la colonia y la significación que tenía la ciudad de La Paz para los indios. El 6 de marzo ante denuncia del cura de Viacha de estar “sus indios” rebelados, la ciudad decidió enviar a ése pueblo una tropa de 700 españoles bajo el mando de un Manuel Franco con la orden “de que a cuantos encontrasen en las calles o durmiendo en sus casas, se matase a fuego y espada, sin distinción de mujeres ni párvulos” acabaron así con 200 vidas de hombres, mujeres y niños (incluso de pecho que fueron degollados) que inocentes dormían en sus habitaciones[2]. Tan solo las sospechas del cura que por temor va a refugiarse a la ciudad y para justificar su cobardía acusa de “traidores” a los pobladores de Viacha, la colonia comete una matanza con el solo objetivo de escarmiento y el beneficio del terror, que los indios deben profesar a los españoles. Así visto los españoles no podían ser humanos, no había justificativo alguno para degollar niños de pecho, eran fierrasq’ara wich’inkha anu y La Paz era su madriguera; y, ciertamente que La Paz se amuralló y atrincheró para enviar tropas punitivas que multiplicarían sus hazañas de Viacha, con el fruto siempre del botín, que en esa ocasión cosecharon y llevaron a su ciudad.

El 12 de marzo en la noche, la colonia repitió una nueva correría, ésa vez al pueblo de Laja 800 españoles (más indios amigos) abandonaron la ciudad, y cuál fue la sorpresa de los vecinos al ver que en el camino que sube hacia Alto Lima, el día 13 de marzo, después de medio día los indios asomaron en multitud y esa noche los españoles se refugiaron a montón en las iglesias y las mujeres en pánico lanzaban alaridos. Cuánto sienten los españoles cuando la congoja y el dolor les afecta, pero para su creencia los indios no sienten, eran solo objetos de odio, desprecio y castigo.

El día 14 Tupa Katari desplegó sus tropas en orden que bajaban por el camino a Potosí (actual villa Nueva Potosí) cada nación, cada marka con su bandera y la presencia de la wiphala del Qullasuyu. Para las 2 de la tarde la ciudad española entró en pánico, se repitieron las escenas de la noche anterior iglesias llenas de refugiados, mujeres en llanto. Huérfanos de comando y tropa buscaron ir al encuentro de sus soldados en Laja y el comisionado que para tal efecto debía ir por la via de Chacaltaya, regresó presuroso dando cuenta del completo cerco.

El Alto como materialización de ciudad india es el mejor homenaje a Tupa Katari, waranqa waranqaw kutt’ani, se expresa en la ciudad que es y en la capacidad política demostrada desde el año 2003. Para el Qullasuyu y en particular para El Alto, el cerco tiene fundamental importancia, las acciones de masas de octubre 2003 las movilizaciones de 2005, el masivo traslado a Sucre para impedir que se consume la restauración del régimen en la figura de Hormando Vaca Diez no se explican sino es en el camino de Katari.



[1] . Traducido por Pablo Gonzales Casanova como Colonialismo Interno, véase González Casanova, Pablo. Sociología de la explotación, México DF: Siglo XXI, 1969.

[2] . Diez de Medina, Tadeo. Diario del alzamiento de indios conjurados contra la ciudad de nuestra señora de La Paz. Imprenta Don Bosco, La Paz, 1981.

viernes, 4 de marzo de 2011

altiplano central

Anata


Qullasuyu está de fiesta, ya en vísperas de anata comenzaron los festejos a la Pachamama, es el tiempo del juego, la poesía, música y danza. Es la fiesta a la vida, Pachamama Madre Tierra Fecunda y Fructífera florece, los frutos en abundancia son causa de alegría sin límites.
Jisk'a Antal, lunes, el conjunto de los qullas irán a visitar a los difuntos, hay que festejar la vida con los muertos. Cada tumba recibirá flores, wiphalas flamearan... del encuentro con los difuntos comienza la música, la qhachwa.
Jach'a Anata la familia, el ayllu comienza con las fiestas de agradecimiento más importantes del Qullasuyu. El homenaje a la Pachamama, la Awicha, se realizará en cada una de las casas, en cada uno de los ayllus y en las ciudades en cada uno de los barrios, en cada gremio.
Wipha, Whipha!
Jawilla, Jawilla!
Qullasuyu


martes, 1 de marzo de 2011

Una brillante victoria de Inka Manku Yupanki

Carlos Mamani Condori

En el actual lenguaje de los llamados movimientos sociales mucho se habla de la rebeldía popular expresada en contra de las clases dominantes, el poder, el Estado, etc. Rebelión en la tradición hispana criolla es un concepto asociado a “pueblo”, pero más específicamente a los indios, así incluso suelen decir que la rebeldía comenzó el mismo día del “encuentro” entre Atawallpa y Francisco Pizarro. En las narraciones españolas del siglo XVI, la defensa de la patria es catalogada como alzamientos (alzados) y sus incursiones y correrías reciben el apelativo de pacificación. Sin embargo el concepto rebeldía como acción es una falacia. Por qué debemos obligarnos a pensar desde la cabeza de Pizarro y creer que era él, el gobernador? Lo cierto es que en el Tawantinsuyu había un estado de derecho y la autoridad encargada de mantenerla era el Inka. Entonces a raíz de semejante equívoco, desde la versión hispano colonial, por arte de la falsificación, la mentira adquiere carácter de verdad, el pillo, el salteador se convierte en autoridad y la autoridad legítima se convierte, sino es también en pillo, en un rebelde con problemas con la “autoridad”. Así se ha transmitido la historia desde la versión del invasor extranjero, y ha servido para eternizar una relación de dominación.

El año de 1536 al haberse visto obligado a abandonar la capital Cuzco, Manku Inka Yupanqui, desde la espesura de la selva, en Vitcos, comenzó a controlar el territorio, teniendo especial cuidado con los traficantes españoles que, desde la recientemente fundada, Lima se ocupaban de monetizar y mercantilizar el esquilmo y los robos que sus paisanos estaban cometiendo en el interior del país. Aquí es de notar, cual será luego el posterior desarrollo de Lima, que junto a la jauría de encomenderos que acompañaban a Francisco Pizarro en su nueva ciudad, también comenzaron a asentarse comerciantes cuyo principal producto de tráfico no eran otro que los metales preciosos que las bandas de asaltantes regadas por todo el país se ocupaban en despojar a los nativos. En el punto donde se había ubicado el Inka, no habiéndose aún fundado la ciudad de Huamanga, era cuestión de estado cortar dicha vía, tanto para aislar la capital Cuzco en poder de Hernando Pizarro como para aminorar el esquilmo, llevado por los invasores con un terrible costo de sufrimientos y vidas por parte de los nativos. Para ilustrar la naturaleza de la confrontación, así como para desmitificar la narrativa colonial, teniendo como fuente a Pedro Cieza de León ofrecemos un cuadro positivo, una brillante victoria del ejército inka sobre una fracción de la pandilla de salteadores que perseguía capturar nada menos que a Inka Manku Yupanki.

Una brillante victoria

Concluido el asunto Almagro (muerto ya), Francisco Pizarro para salvar su contingente de los estragos que causaba el ejército Inka sobre las vías de comunicación entre Lima y Cuzco, organizó de entre sus partidarios una tropa al mando del factor Yllán Suárez de Carvajal, que fue nombrado Capitán. Saliendo del Cuzco fue a Villcas (Bilcas), de allí a Guamanga donde junto al pueblo de Uripa, que distaba cuatro leguas del pueblo de Casabamba, asentó su cuartel. La razón fue porque había víveres en dicho pueblo(bastimentos).

Manco Inka que realizaba sus cabalgatas por la zona se enteró que los españoles andaban cerca por lo que quiso retirarse. El factor Suárez, también se enteró de la cercanía del inca por la información de la gente del lugar, por lo que decidió enviar un grupo de 30 españoles al mando de un hidalgo de nombre Villadiego, para que pudieran sorprenderlo, secuestrarlo y desbaratar su ejército. Informados que el Inka estaba a solo tres leguas Villadiego fue con los 30 que eran rodeleros, ballesteros y arcabuceros.

Entonces Villadiego “se partió a la segunda de la noche”, caminó hasta un puente que pasaba por sobre un caudaloso río, no habiendo andado mucho todavía se informaron por unos nativos que el Inka estaba cerca, en un alto de la montaña. Los nativos les informaron que Manco Inka contaba con nomás de 80 hombres, al grueso del ejército había mandado adelantarse, pues luego de cerciorarse de la presencia de los españoles, les daría alcance.

Enterado el dicho pelafustán de Villadiego se alegró mucho, en la creencia de que le sería fácil capturar o matar al gobernante y a cambio obtendría mucho provecho y honor. Con dichos pensamientos “locamente, sin mirar la sierra quán dificultoso hera andar por ella, por ser áspera, que tanvien fuera necesario llevar cavallos con qué ganar lo alto, para que si muchos yndios contra él viniesen tener en ellos fortaleza para se anparar” (Cieza 1991: 375). No tenía caballos por tanto Villadiego no podía representar a cabalidad el papel de Santiago mataindios.

Antes de que partiese la orden de Suárez fue que si estaba en descuido el inka lo capturasen, pero si supiese que “estava en alguna parte fuerte” y los 30 españoles de a píe podrían sufrir daño, entonces debían retirarse para dar aviso al cuartel en el pueblo de Uripa, para que entre todos españoles optasen lo más conveniente.

Pero, Villadiego, para consuelo del cronista y los lectores españoles, era un recién venido sin experiencia en la guerra con los indios... con evidente calentura dijo a sus compinches “Por ventura, toda la gloria se an de llevar los de a cavallo, e los de pié no tienen sus personas en nada?” (Cieza 1991: 376). Aquí queda evidenciada nuevamente la importancia del caballo en lo mortífero que podían ser los españoles. Villadiego y sus compinches no llevaban un solo caballo. Sabiendo que el Inka estaba cerca, se apresuraron en ir a su encuentro, no sea que se retirase y perdiesen la oportunidad de fama, honores y el rico despojo, sabido que el inka llevaba consigo su tesoro. Cieza señala que no por desbaratar con 30 hombres a 80 indios Villadiego se haría famoso pues “comundmente adonde se hallan juntos cincuenta españoles tienen ánimo para acometer a mil e a dos mil yndios”, entonces aquí se trataba de números, siendo menos de 50 lo aconsejable habría sido para Villadiego resignar sus ansias. Con la cabeza afiebrada, que fue en aumento con el fuerte sol que causó un fuerte calor, los 30 de Villadiego reptaron hacia la cima donde se encontraba el inka. Los españoles estaban compuestos por 5 arcabuceros, 7 ballesteros y el resto rodeleros, sudaban y tenían sed, que luego algunos se desmayaban en la subida. Pobrecitos de los pillos, cuando el extranjero tienen el monopolio de la palabra escrita, puede incluso asegurar la conmiseración del lector!

Por su parte “Mango Ynga, teniendo aviso de la venida de los treynta cristianos y del cansancio e fatiga tan grande que trayan, e como venían syn caballos” se aprestó a darles batalla “cavalgando en uno de quatro que allí tenía”. En esta batalla, en los preparativos Manku está montando un caballo y armado de una lanza “gineta” dijo a sus soldados que “que se animasen y aderezasen para yr contra los treynta cristianos que venían”. Cieza recalca una y otra vez el cansancio, calor y muertos de sed que estaban los españoles.

El combate es mostrado como una de soldados españoles, sin contar con una de sus mortales armas el caballo y al mando de un capitán bisoño, que contagió su calentura a sus demás camaradas y el Inka, por su lado, es mostrado, sí como un rey, pero al mando de bárbaros “dixo a los bárabaro que con él estavan” (Cieza 1991: 377).

El inka estaba acompañado en ese momento por otros importantes miembros de su corte (linaje dice Cieza), a tres de ellos que montaban los otros tres caballos restantes ordenó se aprestasen para dar encuentro a los españoles. Los de Villadiego por su parte por el cansancio, pararon cerca de la cima, enviando adelante a cinco o seis jóvenes para ver lo que había. Mientras tanto Villadiego y compinches se aprestaban a tomar descanso bajo la sombra de unas mantas que armaron con cañas. Los 5 o 6 mancebos no bien caminaron un trecho escucharon el ruido del galope de los caballos y los soldados de Manku. Sin ser vistos volvieron a donde sus compinches para dar aviso de la venida el Inka.

Sabido Villadiego, seguimos la narración de Cieza, prontamente con el pedernal incendió mechas para el uso de los arcabuces y cargó el arcabuz con que estaba armado para disparar en cuanto apareciesen los soldados del inka, como estaban acostumbrados dijo a su gente “que no temiesen a los yndios ni desmayasaen en verse sin caballos, que Dios nuestro señor sería con ellos y en su ayuda”, pero ya los españoles mormuraban sus desgracias mucho más cuando Villadiego carecía de experiencia.

El Inka que ya los había visto, desplegó un ala de su formación para envolver y cercar a la banda de Villadiego, viéndolos sin su arma mortífera como eran los caballos, había poca consideración de la fuerza española, además tenían la ventaja de estar en lo alto de la sierra, desde donde comenzaron a disparar sus dardos y flechas. El bisoño Villadiego disparando su arcabuz con la pelota (proyectil) logró eliminar un soldado y los otros arcabuceros al parecer causaron algunas bajas, lo mismo que los ballesteros, pero carentes del ímpetu que les conferían los caballos, no podían ser nada más.

Con los consabidos gritos de guerra el ataque del ejército fue incontenible, luego de su primer disparo, Villadiego fue prontamente inmovilizado, un garrotazo que le dieron con un “bastón” le quiebró el brazo. El Inka, jinete en caballo, “avaxó a los cristianos”, fue una lucha de 2 horas(?). Para consuelo Cieza dice: “por estar los cristianos tan cansados e calurosos, no peleavan como en otros tienpos semejante que ellos se avían visto”. Pobrecitos, conmiseración el jefe era bisoño, estaban cansados, sedientos y flacos, se aprovecharon los soldados del inka. El resultado fue la derrota, el sueño de Villadiego y compañía fue ahogado en su propia sangre, pero veamos lo que dice el cronista “e muy curelmente// fueron por los yndios veynte e quatro muertos y entre ellos Villadiego”.

El español para sus lectores debe ser mostrado como héroe, y además cual es la fuente y el sesgo de esta historia sino es la misma de los españoles, entonces Villadiego es presentado como un león que luego de haber sido quebrado el brazo, aún logra eliminar a 3 soldados incas “e después de quebrado nunca le vieron hazer nenguna flaqueza” se le pinta tan bravo que sucumbe finalmente “de los muchos golpes e heridas que le dieron cayó muerto en tierra” (Cieza 1991:379) “después de los aver hecho bien”, claro se trataba de barbáros! Sin embargo 6 de los forajidos lograron escapar. Pero la desgracia para el ejército inca fue que en su huida fueron apoyados por los indios aliados “no vastara si no fuera por los yndios amigos, que encima de sus honbros y en hamacas, los pusieron en el real del Fator” (Cieza 1991: 379).

Pero no solo se trataba de los 30 españoles, sino que también estaban los “indios amigos”, quienes en la batalla siquiera son mencionados, por lo que cuando estamos frente a la guerra y las batallas, la confrontación es ciertamente desigual, por que no solo se trata de españoles, sino de indios aliados a los extranjeros y protegidos por ellos los españoles se convertían en bravos leones. Manku Yupanki no podía ser benévolo con los traidores por lo que “mandava cortar las manos e a otros narizes, e por el consiguiente, a otros hizo sacar los ojos y envió algunas cabezas de los cristianos al valle de Vitcos” a la sede de su gobierno. Concluida la batalla ordenó al ejército que se encontraba en Vitcos a venir en su apoyo para repeler a los extranjeros.

En la larga guerra contra la ocupación colonial hubieron muchas brillantes victorias como ésta, sin embargo la historia contada por los hijos de Pizarro desfigura la realidad y los vencedores son criminalizados como ocurrió durante la guerra de Zárate Willka cuando en Mohoza, 28 de febrero de 1899, un batallón de 130 hombres perfectamente armados fue liquidado por las huestes de Lorenzo Ramirez (Ramiro Condarco 1982: 270-277) que tan solo contaban con la superioridad de su convicción.

Bibliografía

Cieza de León, Pedro. Crónica del Perú, Cuarta Parte, Vol. I Guerra de las Salinas Pontificia Universidad Católica del Perú, Lima 1991.

Condraco Morales, Ramiro. Zárate. El temible Willka Renovación, La Paz 1982.

Qullasuyu

La diversidad étnica y cultural es consustancial al país, un mito recogido por Juan de Betanzos señala que Conticci Viracocha en una segunda creación del género humano estando en Tiwanaku hizo toda la gente del Perú (debe leerse Los Andes,) en piedra dotándoles de bultos y nombres “que les había dado a cada género de aquellos señalándoles y diciéndoles estos se llamarán tales”. Mandó se fuesen a todas las provincias para que luego saliesen de fuentes, ríos, cerros y cuevas, cada uno de su propia pacarina (Bertanzos1999: 11-15). La dotación de nombres, es la identidad que cada pueblo adopta, para el Collasuyo esos nombres son: Canas, Canchas, Collas, Pacajes… Los bultos, que se traduce q’ipi, son el conjunto de normas con que cada pueblo se gobierna, además de memoria histórica y está constituida por textiles como no hace mucho tiempo nos ha confirmado Cristina Buba con los bultos de Coroma.
El mismo Juan de Betanzos, refiriéndose a la composición política y étnica en tiempos de Viracocha Inka, señaló que “había más de doscientos señores caciques de pueblos y provincias cincuenta y sesenta lugares en la redondez desta ciudad del Cuzco” (Betanzos1999: 23), quienes se hacían llamar Capac Inga, qhphaqa, grande, rico y magnánimo. Para el siglo XVI, con la documentación colonial en mano, Thérese Bouysse Cassagne (1987: 111) nos recuerda que en el Collao se hablaban el aymara, el quechua y el puquina, que habían recibido a su vez de los españoles el calificativo de “lenguas generales”, además de un cuarto que era el uruquilla. En esa situación los habitantes del antiguo Collao eran bilingües o incluso trilingües, pues eran muy escasos los lugares donde primaba el monolingüismo.
Etnia Lengua
Lengua Etnia
Uru Uriquilla
Puquina
Aymara
Quechua
Uriquilla Uru
Puquina Uru
Puquina
Aymara
Puquina Puquina
Aymara Uru
Aymara
Puquina
Aymara Aymara
Quechua
Quechua Aymara
Aymara
Quechua
Quechua Quechua
(Cuadro de relaciones entre lengua y pertenencia étnica Thérese Bouysse Cassagne 1987: 127)
Según el cuadro de la misma autora eran cuatro las etnias existente: Uru, Puquina, Aymara y Quechua.
El Collasuyu en su ordenamiento territorial estaba organizado en “señoríos”, divididos a su vez en las parcialidades de Urqu y Uma (cerro y agua):
Urqusuyu
Umasuyu
Canchis
Canchis
Canas
Canas
Qulla
Qulla
Lupaka
Pacajes
Pacajes
Sora
Carangas
Quillacas
Caracaras
Charcas
Chuis
Chichas
Lipes
Los uru y puquina conformaban dichos señoríos organizados en sus propios ayllus, mientras que los quechuas constituían grupos de mitimaes asentados en los distintos lugares dispuestos por el Estado.
El conjunto de los habitantes/miembros de esos “señoríos” y etnias se reconocían Qulla, quedando entonces claro que el nombre colla no era dada por el idioma o la etnia, sino ante todo por la cultura, organización y la pertenencia al país. Pues si tomamos el indicador lingüístico, el idioma más hablado durante aquellos tiempos, el aymara era de uso incluso muy al norte, así Cajamarca y el actual departamento de Ayacucho tenían como idioma principal al aymara, sin embargo falta saber si se llamaban también collas, por cuanto formaban parte del Chinchaysuyo.
Esta sociedad diversa por las informaciones que nos proporcionan los cronistas había alcanzado un notable desarrollo social, en lo que se refiere a la equidad, así Pedro Cieza de León (1986: 41-42) nos informa que estaba admirado de cómo y de qué manera los inkas pudieron hacer caminos tan grandes y soberbios, en relación al qhaphaq ñan. Comprendió que la construcción requería ante todo de la organización y la conciencia de la gente acerca de su utilidad “diré con la facilidad que eran hechos por los naturales sin que se les recreciese muerte ni trabajo demasiado; y era que, determinado por algún rey que fuese hecho alguno destos caminos tan famosos, no era menester muchas provisiones ni requerimientos ni otra cosa que decir el rey: “Hágase esto” y “en breve tiempo lo dexavan como se lo pintavan”.
Referencias
Bouysse Cassagne, Therese. La Identidad Aymara. Aproximación histórica (siglo XV, sigloXVI).
De Cieza de León, Pedro. Crónica del Perú Primera Parte. Pontificia Universidad Católica del Perú, 1553/1986 Lima.